viernes, 17 de mayo de 2013

"Salvado"




Un gran barco que navegaba por el Atlántico naufragó y se hundió. El nombre de un gran comerciante de Nueva York se hallaba, entre muchos otros, en la lista de los que se ahogaron. Su negocio fue cerrado, sus familiares y amigos lloraron su muerte.






Algunos días más tarde les llegó un telegrama con una palabra: "Salvado". El remitente era el comerciante que todos creían desaparecido.

Es fácil imaginarse la alegría de los suyos. Se volvió a abrir el comercio y poco después llegó el presunto ahogado a Nueva York para regocijo de todos.

Más tarde, quien entraba en el negocio de ese hombre podía ver  el consabido telegrama con la palabra "Salvado", colocado bajo un vidrio en un lugar de honor. El comerciante lo conservó en recuerdo de la milagrosa salvación de su vida.

Al reflexionar en ese suceso pensamos que, en el fondo, todo ser humano es un náufrago; es decir, un ser perdido, cargado de pecado y culpa, que no puede salvarse así mismo de este estado.

Necesita ser salvado por Otro. Uno solo puede salvarnos y darnos una eterna seguridad. Es Jesucristo, "el Verbo", "Dios manifestado en carne", quien se humilló así mismo hasta la muerte de cruz para salvar mediante su sacrificio expiatorio a los pecadores perdidos.

Pero...tan solo a los que le reciben, a los que creen en su Nombre, ÉL les da potestad de "ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12).

Dios quiere que seamos esos hijos que han reconocido ser pecadores ante sus ojos y cuyo arrepentimiento y salvación ha sido objeto de gozo en el cielo.
 


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