No es el saber pedagógico ni tampoco una gran erudición que hacen al educador. Puede un maestro ser demasiado sabio en estudios de psicología y pedagogía, así como en cualquier otra ciencia; puede ser un buen teórico en el conocimiento de ciertos sistemas y métodos de enseñanza, pero si carece de amor, de pasión para sus semejantes, corre el peligro de estar siempre fastidiado y sentir como una pesada carga la tarea educativa; la que es también, al mismo tiempo, labor de abnegación y sacrificio.
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