sábado, 1 de junio de 2013

Para quién es el cielo?




Muchas personas se hacen una imagen muy particular de la gracia. Viene a ser una clase de medida con la cual miden la suerte eterna de las almas. Para esas personas la salvación se compone de muchas obras meritorias completadas con un poco de gracia; se complacen en imaginarse un cielo lleno de buenas gentes que han alcanzado un mínimo exigido por "el buen Dios", y por lo tanto creen que, a los pecadores notorios, se les reserva evidentemente el infierno.
 
Démosle gracias a Dios de que éstos sean meros ensueños. Si fuera así, si el cielo fuera preparado solamente para gente buena, usted y yo estaríamos excluídos. A los ojos de nuestros semejantes quizás pasemos por gente honrada, pero de qué nos vale esa reputación cuando nos hallamos en presencia de Aquel que examina los corazones?
 
Al ser confrontado con Dios (tres veces santo), el joven Isaías que tenía, hasta entonces, una  buena opinión de sí mismo, se siente obligado a exclamar: "Ay de mí, pues soy perdido" (Isaías 6:5).
 
Precisamente, para los que reconocen su estado pecaminoso está reservada la plena gracia de Dios; solo para ellos está abierto el cielo. Jesús mismo declaró que no vino a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
 
La Escritura afirma: "Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios" (1 Pedro 3:18).
 
Esta es una buena noticia! Entregue su vida a Jesús, tal y como está, hoy mismo!

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