Probablemente la crucifixión se originó con los asirios y los babilonios. Los asirios dejaban colgando, a sus víctimas, en lanzas o estacas altas.
Posteriormente, este método de ejecución fue adoptado por los persas y fenicios; quienes lo usaron durante el siglo VI a.C.
Los Rollos del Mar Muerto, que se fechan como del siglo I a.C. , citan a Deuteronomio 21:22-23 en referencia a la crucifixión practicada por los asmoneos y posteriormente, los romanos.
Los romanos utilizaron la crucifixión como método de tortura y ejecución que consistía en inmovilizar clavando o atando a la víctima, generalmente desnuda, a una cruz donde permanecía colgada hasta su muerte.
Habitualmente, se ataba al reo a la cruz; siendo la crucifixión con clavos reservada para los casos de mucha gravedad o castigos ejemplares.
El emperador romano Constantino I prohibió la crucifixión en 337 d.C.; puesto que, Jesús fue crucificado y la cruz asumió importancia teológica para los cristianos. Simboliza la reconciliación con Dios a través de Cristo (I Corintios 1:8-25) cuya vida, muerte y resurrección son la prueba de que Dios perdona los pecados humanos.
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