viernes, 28 de junio de 2013

CONFIAR

Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que le temen. Salmo 103:13
 
 
 
 
Un joven buscaba adquirir la paz con Dios. Un amigo suyo se dio cuenta que él quería obtener la vida eterna mediante sus propios esfuerzos; porque a pesar de que le hablaba de la Palabra de Dios, no veía cambio alguno en el joven.
 
Por lo tanto, el amigo le preguntó: - Aprendió usted a flotar en el agua?
- Sí - respondió el joven, sin comprender qué tenía que ver la natación con sus inquietudes morales.
 
- Le fue fácil aprender?  - prosiguió el amigo creyente.
 
- Al principio no -  fue la respuesta.
 
- Y por qué? -  volvió a preguntar el amigo.
 
-  Porque no podía mantenerme inmóvil, me parecía que le agua no podía sostenerme sin que yo interviniese.
 
- Y después?
 
- ¡Pues bien! Después de haber forcejeado sin otro resultado que hundirme, descubrí que al permanecer quieto, contando con la resistencia del agua todo iba bien; desde entonces todo fue fácil y aprendí a nadar en un abrir y cerrar de ojos.
 
- Dígame -  Le dijo el amigo -  No es la Palabra de Dios más segura aun que el agua?  Ella no le pide que usted se fíe en sus sentimientos, sino que crea en ella, que se apoye en Dios y que acepte como un don esa salvación que usted busca en vano, cuando en realidad está a su alcance.
 
Desde el principio hasta el fin de la Biblia, usted hallará esa verdad capital.

No hay comentarios:

Publicar un comentario