(Adán dijo:) Tuve miedo. Génesis 3:10
El perfecto amor echa fuera el temor. 1 Juan 4:18
Leemos que unas de las primeras palabras de Adán después que hubo pecado fueron: "Tuve miedo". Y desde Adán, ¿no ha dicho cada ser humano estas mismas palabras?
Pero, parece que en nuestros días ese temor alcanza su mayor expresión, y el testimonio de los científicos y pensadores modernos es concluyente: 1. Cuando se haya redactado el catálogo de las enfermedades humanas, estoy seguro que se hallará mencionado ese mal roedor del espíritu que es la inseguridad -dice uno-.
2. El mundo está dominado por el miedo -dice otro-.
3. Tengo miedo -dijo Einstein y Saint Exupery agregó: Tengo la impresión de andar hacia los tiempos más negros del mundo.
Desde lo "miedos" cotidianos y de menor importancia hasta los más angustiosos que se busca en vano de ahuyentar del espíritu, el ser humano vive en un temor perpetuo.
Que sea conscientemente o negándole, el hombre tiene miedo de Dios y todos sus temores tienen ese punto de partida. No obstante, el único remedio contra el miedo es el conocimiento de ese Dios grande y terrible.
Conocerle tal como ÉL se reveló, en su Palabra, trae paz y gozo por medio de la fe de lo que ÉL es.
Dios es santo y justo y no puede ver el pecado sin castigarlo.
Dios es luz y muestra al hombre que está perdido.
Dios es amor y declara al hombre el infinito precio que ÉL pagó para salvarlo: "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
El que cree que Jesucristo ha muerto por él pierde el temor a la muerte y al juicio.
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